sábado, 12 de octubre de 2019

Una abuela casi visible...


La abuela casi visible. (Parte 1)
Por Patricia Jiménez Castillo.

En la montaña vivía una abuela que siempre estaba acompañada de sus ángeles y sus fantasmas. Una que otra vez la visitaba algún ser corpóreo, que le hacía el favor de barrerle la casa y lavarle la ropa. Otras veces venía el vecino a contarle de sus males ó a traerle algún dulce.

Pero la abuela ya casi nunca salía de su casa. Usaba un par de muletas, porque en su niñez, muchos diferentes virus invisibles la atacaron, dejándole la piel marcada de manchitas después de muchas fiebres, y uno de ellos mutiló sus nervios dejando sus piernas débiles y muy delgadas, el polio. 


Sin embargo la abuela no siempre fue invisible. De joven, a pesar de sus piernitas chuecas, atraía muchas miradas y la invitaban a muchas actividades divertidas.

De niña iba al mar y jugaba feliz entre las olas y la arena, a pesar de los revolcones inesperados, donde una vez casi se ahoga, pero gracias al tío Hermes, otro ser ahora alado, logró salir del hueco profundo. Pero ese tío fue quien dos veces la rescató. La segunda fue cuando vivían en el viejo patio de beneficio de café de La Sabana, donde él tenía un taller de zapatero remendón en una buhardilla, la abuela niña jugaba con su hermanita menor, y en empujón cayó al primer piso de cabeza. Tremendo susto se pegaron todos. El tío sacó su pedazo de moto, y con un parche temporal en la cabeza, la abuela niña fue llevada muy consciente y agarrada al tío como una garrapata, en el asiento trasero de la moto, al hospital más cercano, que en ese entonces era el San Juan de Dios. En el puro cucurucho de la cabezota de la niña le dieron 7 puntadas y le dejaron una aureola (o sea la raparon) para lavarle diariamente la herida!

Pero la abuela igual  siguió jugando con su hermanita, y se iban de campamento  con las Guías Scouts, donde a la orilla del río de San José de la Montaña se bañaban rodeadas de muchas otras haditas del mismo tamaño.

La abuela tuvo una infancia feliz, entre entradas y salidas a las salas de cirugía de muchos hospitales entre Caracas de Venezuela, New York de Estados Unidos y San José de Costa Rica del continente americano. Y fue feliz porque toda su familia la amaba, pero no la sobreprotegían. Si se caía, su papá vigilante solo preguntaba si se había hecho mucho daño, y si ella respondía que no, él decía, que se levantara solita. Y la niña lo hacía y seguía correteando con su renquera por toda la casa, hasta que quebraron el elefante de porcelana favorito de la mamá.

Tuvo que aprender a dejar de correr. Porque cuando lo hacía, el desnivel de sus pasos, la balanceaban sin control hacia los lados y casi siempre se caía en los sitios menos apropiados. Como si para caerse hubiese sitios adecuados! De todos modos a su hermanita menor siempre le parecía muy divertido verla caer, y se reía de ella a carcajada limpia, porque decía que parecía que hacía pasos de ballet. Aún así la abuela -tampoco- pudo bailar mucho.



Al llegar a la adolescencia, la mantenían sigilosamente resguardada, pues se había convertido en una muchacha muy bonita que atraía a otros jovencitos como la miel a las abejas. Si la abuela adolescente quería salir tenía que ser con chaperones. Eso también era divertido. Sobre todo cuando iban en grupos a Mata’elimón en tren y todos cantaban a galillo pelado con sus guitarras.

Ese tren es otro de sus fantasmas favoritos. Cantar, conversar, contemplar el Río Barranca cargadito de aguas color turquesa. Y siempre le daba miedo pasar por el puente sobre el río, pues pensaba que cómo sería intentar salir a nado de tanta fuerza en su caudal. Ahora las aguas en ese río son casi un fantasma más de sus recuerdos...

Por suerte que la niña abuela, sabía nadar. Una de las pocas actividades físicas que sí la dejaban hacer era ir a la piscina. Parecía un pez en el agua! Se zambullía hasta el fondo y sus pulmones daban hasta 2 minutos y medio para nadar bajo el preciado líquido. Y solo salía de allí, si la obligaban ó sus manitas estaban tan arrugadas que le dolían del frío. Alguna de las mujeres de su familia la esperaba siempre con una toalla seca para abrigarla.


Las mujeres de su familia eran guerreras muy sabias. Habían tenido que saber esconderse en la guerra del 48 de los soldados y del hambre cuando los abuelos no podían traer pan a casa. Había días que solo se comían sopas de leche con algo, ó chayotes ó avena ó tortilla, porque era lo único que había a mano. Sin embargo su comida favorita era el pan que le traía el abuelo a las 4 de la madrugada recién salidito del horno de la panadería donde él trabajaba. Ella y su abuelo David tenían una relación muy amorosa, los dos habían nacido en la misma fecha pero con más de 60 años de separación. Y  cosa curiosa la abuela nació 50 años antes que su sobrino nieto Alecito y en el mismo día! Coincidencias de fantasmas... 




Ahora la abuela tiene 67 años y sigue leyendo letreros cuando alguna alma bondadosa la saca a pasear, porque así fue como aprendió a leer. Cuando sus padres viajaban con ella y su hermanita de Valencia a Caracas entre los años 1955 y 1960, los viajes eran tan largos y aburridos, que aprendieron a contar carros y leer las vallas publicitarias que eran muchas por las orillas de las carreteras. Y para darle emoción, las hermanas en el asiento de atrás, se disputaban la propiedad de cuanto vehículo lindo les gustaba, ya fueran camiones, buses ó carros de tipo Mercedes Benz!!
Lo que es la imaginación cuando se le da rienda suelta...poderosa.

Hoy la abuela recuerda y añora, pero como los Ángeles la acompañan y en especial el de su Guarda, tiene la obligación de ser creativa y aprovechar el tiempo. Todavía falta muchas historias que contar, muchos cuadros que pintar y muchos ángeles corpóreos que mover...

Dejaremos un poquito para otro día...

Santa Elena de Monteverde de Puntarenas de Costa Rica.
8 de octubre del 2019, 10:50am.




lunes, 10 de septiembre de 2018

Subiendo.

Muchas son las dificultades. Todos los días. El reto de subir unas gradas, levantarse de la silla, subir los brazos a pesar del dolor...
Pero todos los días el sol sale por el horizonte de la montaña y hasta hoy nos vemos a la cara, aunque las nubes persistan en querer ocultar su luz.

Muchas son las preguntas que aún siguen sin respuestas. 
¿Tenemos que tapar todo con cemento?
¿Pagar tantos impuestos para que unos pocos se los roben?
¿Vender licor para embrutecer a nuestros jóvenes?
¿Dejar de respirar para dar espacio a otros?
¿Cortar árboles para escribir sobre papel?
¿Trabajar hora incontables por dinero que no sabemos disfrutar?
¿Poseer lo que no podemos controlar?

Mucho es lo que cuestiono. Y cada vez me convenzo más que la vida fue hecha para disfrutarla en medio del bosque profundo, tomando solo lo que necesitamos de las ramas de árbol que nos ofrece su fruto cargado de energía pura en alegres colores. 

O viendo su cambio de luces y tonos en el sendero que antes cruzó un puma, ó una manada de zainos que escarbaba su alimento en la generosa tierra...

Ó usando la tecnología bajo techo abrigada de la lluvia en un canto frenético de fertilidad...

Espero, espero. Ese día en que los hijos bailen sobrios con sus amadas y los nietos jueguen seguros en el charco del patio...libres y sanos!

Mientras esas respuestas llegan me ocupo, pinto y canto. 
Nos veremos de nuevo por ahí.
Patricia. 


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miércoles, 2 de mayo de 2018

Ancianitud.

Ya alguien más inventó esta palabra. No sé si fue Fina Fernández quien la usó primero o no, pero a mí me encanta entenderla como una etapa más de la vida donde se sigue creciendo y evolucionando con más posibilidades cuando se tienen las condiciones necesarias para moverse y participar.
Hay días y/o momentos en que me siento muy bien a pesar de mis secuelas y síndrome post polio y hay esos "deprontos" en que algún dolor intruso ataca mis partes y tengo que inmovilizarme! 
Asunto difícil para alguien con mente inquieta, inquisitiva y creativa. 
Porque en busca de respuestas a problemas de vida, se desaprende tanto, que hay que volver a la escuela de grandes!! E incluso volver a una especie de jardín de infantes compartido con niños de extremas edades!
Me encantan los chicos. O sea la niñez, con esos ojos que parecen querer tragarse al mundo. Me gustan mucho porque me aceptan sin miedo y normalmente con mucho amor. Me gustan porque son maestros en miniatura, de esos que con falta de respeto a tu pelo canoso, se te arriman para que juegues, ó les cantés, ó les leas, ó hasta te enseñan como usar estos modernísimos aparatos electrónicos sin ningún pudor. 
Yo tengo tres de esos pequeñuelos. Llevan la sangre de mis ancestros. Y aunque son tranquilooooos, también son una bola de energía relampagueante!
Con el mayor aprendí a jugar Super Mario Bro y casi me da un infarto cuando el Bowser me mató por primera vez. Él -mi nieto- se reÍAA de ver mi cara lívida del susto! Pero juntos podíamos pasar horas sumamente entretenidos jugando mientras mamá ó papá llegaban a recogerlo. 
Con el segundo chacalín, las cosas son diferentes, le gustan los videos pero más le gusta, estar en la piscinita de plástico, ó correr a alta velocidad con sus largas piernillas por todo el patio, y siempre dice: Mire abue, mire!! Le encanta armar rompecabezas eso sí. Y es una actividad que disfruto mucho con él. Lo que me recuerda que debo conseguirme un nuevo rompecabezas! Es fascinante armar un cuadro a punto de piececitas diminutas!
Y el tercer pequeñín es solo un gran comelón, ni cuando está ardiendo en fiebre deja de tragar!! Creo que se parece mucho a la abue!
Y esos tres me dan mucha energía, pero también me obligan a aprender y a buscar respuestas. Pero como dice Murphy, cuando ya sé la pregunta, me la cambian por una nueva. 
En fin, que en este mundo de mayo del 2018, a pesar de tener 65 años, sigo teniendo muchas necesidades de aprender cosas nuevas. Y entre esas cosas, quiero saber cómo vencer los dolores articulares que tan a menudo me limitan y que francamente no sé de dónde aparecen.
Sé que posiblemente el desgaste natural por uso en los años de vida, aunado al hecho de que el síndrome post polio lo agudiza, son dos factores causantes de esos extraños dolores. Ah! Y los cambios de temperatura! 
Hago una revisión de lo que hice diferente y pienso que tal vez hoy no tomé suficiente agua, por estar emocionada intentando avanzar en una pintura al óleo, que comencé hace tres años y al que finalmente ayer decidí entrarle con ganas. 
Ayer sí tomé más agua y no tenía hinchados los dedos de las manos como hoy! Así es que tendré que seguir investigando si el consumo de agua ó no es lo que afecta la osamenta de mi hermoso cuerpo!
Bueno, solo quería dejar un registro de sucesos de la ancianitud. Porque dejé de ir a una reunión comunal por el bendito dolor! Ni modo. En otra será!😅





domingo, 23 de octubre de 2016

...el alma que habita bajo techo...


Hoy el día está llorón
Tiene esa melancolía
que da el mal de patria

Pero
el alma que habita bajo techo
está agradecida

Sabe que
tiene agua limpia

la bebe
saborea
detecta tonos dulces
olor a amores de bosque
criaturas copulando
furtivas a la mitad del miedo

Pero
el alma que habita bajo techo
está recordando

su primer beso bajo la lluvia
tan ardiente que
las gotas se secaban
al instante de tocar los dos cuerpos
tan fusionados
que parecían
un matemático Uno
que más que Uno
se convirtieron en Cuatro
Indivisibles
Sedientos de frescura
saltarines en charcos de barro y hierbas
resbalando por potreros y guayabales

Pero
el alma que habita bajo techo
contempla

el Futuro Luminoso
detrás de las Nubes
jugando con sus retoños
en mundos protegidos
multicolores
árboles y flores
cargando frutas
semillas
aves
toda especie de
dos
tres
cuatro
seis
ocho
cien
miles de
patas

Por eso
el alma que habita bajo techo
da gracias por la
Amorosa Bendición
del aguacero

Pjc, 23 de octubre del 2016.

Santa Elena de Monteverde, 10:30am.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Revolucionaria.

Ella era como un antiguo florero de cobre
hecho a mano
exclusivo

En su interior albergaba
agua y tallos  
en constante burbujeo
de colores
de aromas
de llantos y risas

Le gustaba leer a sus amigos poetas
Todos revoltosos escribían
de derecha a izquierda
y al contrario
en galés
en coreano
en árabe
a menudo en español moderno

Revolvían las palabras
las ideas
los conceptos

Rompían paradigmas a fuerza
de intentar entender lo desconocido
reinventar al mundo en cada anochecer

Ella sentada sobre el mantel
de algodones tejidos
meditaba sobre la razón de ser
del borracho
aprendiendo del autista
de la poliomielítica
en recuento de vivencias
de madres minimizadas
por cuidar la salud de los suyos
mientras el poder era manejado
por la maquinaria  de los armamentos

Ella como Rosenstock
quería mantener lo viejo

          esos centenarios Robles de sabana

mientras al mismo tiempo quebraba culpas
en el molino de sus descubrimientos

En cada amanecer
se enfrentaba con un lienzo blanco
y un mundo que reinventar


                              (Yo soy Pjc. 13nov15)